La esclavitud no se ha abolido, se ha puesto en nómina
“Ya casi es finde”
“TGIF”
“Cuando cobre, hago esto”
“próxima semana, puente”
“¡Aff, ya viene el lunes”
y la clásica pregunta: “¿Qué harás en tu tiempo libre?”
Desde niño venimos escuchando estas expresiones. Las personas mayores, solían hablar de esta manera, siempre asociando el trabajo con un deber, el lunes con una tertulia y el fin de semana con el “tiempo libre”.
¿Libre de qué? ¿libre de la esclavitud de la vida? ¿Es que acaso no podemos ser libres todo el tiempo?
Asociar mi tiempo libre con el tiempo que estoy fuera del trabajo, me hace sentir como un prisionero cavando un túnel hacia la libertad. El tiempo no es libre o es esclavo, el tiempo es tiempo y ya. Nos cuesta salir de esta narrativa porque hemos venido escuchando estas grabaciones una y otra vez desde que tenemos uso de razón, en nuestra familia, la vecindad, la panadería, el colegio, la telenovela, el noticiero y pare de contar.
Para quitarme estos grilletes, debo aprender a VER MI TIEMPO EN LIBERTAD, incluso cuando estoy trabajando.
¿Por qué no ejercemos esa libertad?
Libertad implica responsabilidad. Responder por tus propios actos. Para ejercer esta libertad es necesario librarse del victimismo y la culpa y reemplazarlos por la autoestima y la responsabilidad.
Una sociedad victimista es aquella cuyos individuos no creen en sí mismos, no se reconocen como co-creadores de su realidad, y tienden a culpar a otros de los problemas que se presentan. Por su parte, una sociedad libre es aquella cuyos individuos son co-creadores de su realidad, responde por sus actos y aceptan cualquier situación que se presenta, no para resignarse y echarse a morir (esto es victimismo) sino para enfrentarla y aprovecharla para su desarrollo personal.
Sin embargo, hay un sistema (social, político, económico, religioso, etc.) cuyo poder se basa en la ignorancia y somnolencia de los individuos, con la intención de mantener la seguridad y estabilidad en detrimento de su libertad; incluso le pusimos un término para sentirnos menos desgraciados, lo llamamos “Contrato Social”. Un contrato que nadie firmó pero que nos adherimos indefectiblemente a él.
La idea de una sociedad feliz difundida por el sistema, es que todos se encuentren satisfechos, que amen lo que hacen sin mayor cuestionamiento, que no existan vacíos existenciales ni dudas filosóficas, que existan las drogas necesarias para parchear y aliviar los dolores, que sigan una ruta establecida que les garantizará éxito, estabilidad y felicidad.
En un mundo donde la tecnología ha avanzado al punto de mermar progresivamente la conexión con el ser esencial, hemos ido adaptándonos a esta idea huxleyana de un mundo feliz: la sociedad del consumo.
Si haces que el individuo ame su esclavitud, pensará que es libre incluso actuando en contra de su voluntad.
La sociedad actual identifica felicidad con la acumulación material, bien sea de bienes o estatus. El sistema se las ha ingeniado para penetrar en nuestro subconsciente eficazmente y hacernos creer la película mental como si fuera una idea auténtica.
En el Mundo Feliz de Huxley existe un proceso llamado HIPNOPEDIA: condicionamiento a través del sueño. Mientras las personas duermen, hay una grabadora repitiendo una información centenares de veces. Este proceso es eficaz porque cuando las personas están dormidas, la información tiene menos barreras para introducirse en el subconsciente. Al “despertar” las personas creen que esos pensamientos son suyos, porque vienen de un nivel muy profundo, creándose así una CONVICCIÓN.
En nuestro sistema no es tan diferente. Resulta que también tenemos grabadoras en forma de internet, noticias, televisión, gobiernos, escuelas, familiares, comunas, jefes, empresas, iglesias… todos repitiendo las mismas narrativas una y otra vez. Y dirán: “la diferencia es que no estamos dormidos”. Y yo les pregunto: ¿Seguros?
Efectivamente, estas cosas las hacemos con los ojos abiertos, pero igual de dormidos. Por lo general, todos vivimos dormidos, en modo automático, reaccionando a estímulos externos, creyéndonos todo lo que pasa por nuestra mente —así como estas simulaciones de realidad virtual, donde vemos a personas luchar contra la nada, porque creen ser el personaje que representan y la realidad que ven en la pantalla—.
El desarrollo personal a través de la evolución del ser está estigmatizado por ser inútil para el currículum, infructuoso para el consumo, sin fines de lucro, sin reconocimientos académicos, medallas, trofeos o títulos. El sistema promueve el desarrollo personal a través del consumo y la acumulación; por medio de sus canales hipnóticos, condiciona al individuo a asociar la felicidad con el exterior: “mientras más bienes obtenga, más dinero acumule, más personas contacte, más consumo realice… seré más feliz”
“Todos somos ciegos, ciegos que ven, ciegos que viendo no ven”.
José Saramago
LA CARRERA DE LA RATA
La carrera de la rata es un concepto que describe un paradigma social en el cual las personas siguen una carrera cíclica, sin salida, y por más que apuren el paso no se salen de la rueda. La carrera implica seguir ciertos parámetros sociales para mantener una vida estable, que no te permite avanzar: como la rata en su rueda, corres y corres pero te mantienes en el mismo sitio.
Las ruedas generan la energía necesaria para que el sistema siga funcionando y todos se mantengan “estables”, en la posición que les toca. Por eso el sistema necesita gente dormida, que no cuestione el funcionamiento de la rueda y lo desestabilice, sino que mantenga su posición y los engranajes operando y, por supuesto, que ame su inevitable destino social para no lidiar con cambios que le perjudiquen —al sistema—.
¿Por qué estoy en esta rueda?
Desconocimiento.
Si no sé quién soy, dejo que el sistema me defina y me asigne mi rueda. Nos vendieron lo que debemos ser, hacer, estar, tener, querer, desear, amar, buscar, comprar, evitar, eliminar, aprender, quitar, perseguir… y lo hemos comprado sin mayores cuestionamientos. Pero no nos enseñaron a conocernos, a trabajarnos, a amarnos… No sabemos quienes somos, creemos que somos lo que dice el sistema y nos adaptamos, haciendo lo necesario para calar en él, en contra de nuestro verdadero ser.
¿Cómo salgo de esta rueda?
Conociéndome a mí mismo.
Parece labia barata, una de esas frases motivacionales que utilizan coaches y gurús a los que no les prestamos atención porque no tiene ninguna retribución material o recompensa económica. Conocerme es la mejor inversión que puedo hacer en mi vida. Cuando sé quién soy empiezo a despertar de ese sueño en el que el sistema necesita que esté. Comienzo a cuestionar creencias, actitudes, metas, deseos impuestos; silencio a las grabadoras y escucho a mi ser interior. De pronto ocurre la magia: la rueda se rompe.
Luego de esta ruptura, soy fiel a mí y a mis decisiones, descubro habilidades innatas, que siempre habían estado ahí pero que nunca las había explorado y, paradójicamente, obtengo recompensas materiales, no porque las busques sino porque son parte del camino. Mientras transito este camino, entiendo que esas cosas materiales y hechos del exterior no son un fin en sí mismo, no son un objetivo que debo alcanzar o una meta que debo cumplir; simplemente son herramientas, medios que puedo utilizar para lograr el único objetivo que tengo en esta vida: ser feliz por mí mismo.
Ser feliz por mí mismo significa dejar de necesitar cosas del exterior para ser feliz, dejar de depender de un acontecimiento externo, una persona o un objeto, para poder sentirme pleno y en paz (básicamente porque nada del exterior puede proveernos tal plenitud).
Si con todo lo que tienes no eres feliz, con todo lo que te falta tampoco lo serás.
Erich Fromm
NO ME CREAS
Este artículo es parte del sistema, porque todos somos parte del sistema, pero podemos estar despiertos dentro del sistema. Para mantenernos despiertos es necesario cuestionar todo lo que pretenda condicionarnos de algún modo. Así que, por favor, no creas nada de lo que escribí, porque si me crees te vas a llenar de más creencias, y esto es otra forma de hipnopedia. La única manera de saber que esto es verdad —o no— es que lo verifiques con tu propia experiencia. La verdad está dentro de nosotros mismos.
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